SOLEDAD

Por la costumbre ciega
el viento se hizo barca,
las nubes fueron velas,
izó la luz el ancla,
y te marchaste.
Las hojas pasaron en blanco,
la sombra cubrió la memoria,
el monte calló con la nieve,
las lluvias velaron la aurora,
y me dejaste.
Y mi alma quedó como isla,
los ojos un fuego apagado,
mis manos dos conchas vacías,
mis labios andén solitario,
y me sequé.
Sentenciado por tu silencio,
con los recuerdos a la espalda,
seré en tu ausencia, prisionero
junto a tu huella abandonada.
M.A.W. 25-9-04®
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